Crisantemos

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Por: Jac Andino

Ayer vi la película coreana «Herstory», que toca el tema de las mujeres de consuelo, mujeres que fueron esclavizadas sexualmente, por Japón, en el periodo de colonización (1910-1945). La película, basada en hechos reales, retrata muy bien como un pequeño grupo de estas mujeres dejó de esconderse en el pasado y alzar su voz en búsqueda de justicia y, sobre todo, el perdón. Una disculpa que aún no ha llegado, que todavía está en espera. Esta es la historia de cientos de mujeres, no solo en Corea, si no en todos los países que tuvieron bajo el mando del Japón colonizador. Ellas aguardan porque Japón tenga la decencia de aceptar el ultraje hacia la dignidad humana. Podría seguir escribiendo muchas cosas más porque me indigna como mujer, porque siento que este hecho inhumano, machista ante todo, se quiere esconder detrás de los intereses de los hombres… porque ellos quieren lavarse las manos, pisoteando en silencio la figura de la mujer.

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Crisantemos, así titulé este cuento, fue escrito como hilo de mi tesis para el grado de maestría. Lo escribí a modo de homenaje, porque me acobardé en mi tesis y no quise involucrar nada sobre estas mujeres. Sin embargo, sentí el llamado de escribir para ellas. Hacerle justicia con mis palabras. Así nació Crisantemos, con  la esperanza de remedir. No podré devolverle a ellas sus sueños, sus ilusiones, sus alegrías. Pero sí puedo educar al mundo sobre las injusticias dirigidas hacia las mujeres.

Mi historia transformada en cuento fue enviada y publicada en la revista literaria digital española, El Callejón de las Once Esquinas. Agradezco a Patricia, editora de la revista, por apreciar el cuento y que haya llegado a otras personas fuera de mi entorno. Aquí les dejo la dirección para que vayan y lo lean.  

Crisantemos

©2019

Un nuevo Puerto Rico

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Por: Jac Andino

He amanecido en nuevo país…
en un nuevo Puerto Rico.
Un Puerto Rico que se manifestó
por días hacia su derecho,
un despertar revolucionario.

He amanecido en un nuevo país,
con una generación nueva del yo no me dejo,
una generación llena de sueños y deseos
de vivir en un país libre y sin miedo.

Me desperté de un ensueño,
de unas ansias para una libertad anhelada,
una libertad que ha sido escuchada
por todos mis compueblanos.

No dejemos de luchar,
no bajemos los brazos
ni por cansancio ni frustraciones venideras.
Recordemos este día,
donde se levantó una isla
para ser escuchada.

Ha amanecido un nuevo país,
un pueblo nuevo sin rodillas, con pies para caminar.
Que levantó su voz pacifica
para dejarse respetar.

©2019

*Si usted es el dueño del dibujo contactase conmigo para darle el debido crédito. Gracias. 

Flor de Gardenia 

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Por: Jac Andino

             No me mires de esa manera lujuriosa, pues pierdo el control de mis actos. Me levanto apresurado y te tomo del cabello halándolo con fuerza hacia mí. Curveas tu cuerpo en un grito silencioso y sueltas un pequeño jadeo, un susurro que lleva por dueño mi nombre. Dejas que mis labios saboteen tu partida programada. Te detengo en mis brazos y me presto a lamer tu sudor innato, aromático de gardenias marchitadas. Aún conservas tu olor distintivo, ese perfume natural que te distingue de las demás. 

            Sigo con mi juego seductor acariciando tu figura completa con toda su asimetría. De mí sale el olor a ciruelas maduras que tanto te gusta. Mi esencia se compenetra a la tuya creando un aroma único y especial. Llenamos la habitación de escandalosos olores de frutas y flores. Pero despierto al verte marchar de la oficina con tu vestido ajustado y tu larga cabellera negra. Miro absorto el anillo puesto en mi dedo anular y suspiro desilusionado. Ha sido una inventiva mía como todos los días.

*Publicado en la Antología “AFRODITA Y EROS V”  de Letras con Arte (España).

©2019

Universos

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Por: Jac Andino

Hallé los universos perdidos. Aquellos que mi propia curiosidad buscaba y anhelada. Los encontré distantes a mi órbita y galaxia, pero qué importan las distancias si tenemos el mismo fin.

Los fui contando uno a uno y se hicieron miles, tanto que dejé de contabilizar. Me emocioné efusivamente al descubrir que mi hábitat no estaba sola, que posiblemente existan muchos yo iguales. ¿Estarán curioseando o preocupados por la inestabilidad de la vida? Sí, porque hasta yo tengo fecha de caducidad.

No son parecidos en contenidos. Cada uno es distinto en su formación y materia. Algunos destellan el brillo de las estrellas, otros son coloridos a causa de sus elementos naturales. Sin embargo, se llaman entre sí. Han nacido para complementarse.

Entonces, descubrí que estaban en ti. En tu fisionomía absurda que me golpeaba con ferocidad y humillaba mi ego de ser única y especial.

También los encontré en mí, en los pedazos que me quedan de tu salvaje hombría, la que dibujó espiarles galácticos a través de mi cuerpo moribundo. El mismo se ha ido marchitando como todas las flores que me regalaste, las cuales dejé que se pudrieran en los recuerdos de nuestra vida.

Y observé los universos encontrados, inexplorados por la raza humana. Escondido entre millares de estelas turbias y de vacíos negros que solo tú y yo veremos.

*Publicado en la revista digital mexicana Ibídem Volumen VI. Pueden visitar la edición de la revista aquí

©2019

Inminente luna

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Por: Jac Andino

      Ayer cuando regresaba a casa me fijé en la luna callada y solitaria. Me pregunté cómo sería ser ella, allí inerte como las almas que se marchan y no regresan. Quizás vuelven aquellas almas arrebatadas de elixir, escuché alguna vez decir, pero yo no creo. No del todo. Pienso que vivimos y morimos aquí en esta tierra vana y maltrecha de desdichas interminables. ¡Pobres corazones que desviven por mentiras y creencias humanas!, las cuales provocan miles de emociones envueltas entre alegrías y amarguras.

La silueta de la luna se deja contemplar en silencio como persona que se desvive por la coquetería innata, de aquel que se deja devorar a través de miradas furtivas y lujuriosas. El color plateado de su contorno me brinda la sensación de pertenecer al mundo fantasmal, de ser el espejismo de mi propia vida. Un espíritu malherido que busca una muerte tranquila. Sin embargo, hay algo macabro en ese lado de la luna que observo. Saca los pensamientos más frágiles de mi existir y es que deseo vagabundear en los montes desfallecidos de sus curvas grises y agrietadas. En donde civilizaciones tan antiguas se perdían en las noches y creaban fantasías, agradables y placenteras, desbordando pasiones siniestras en la complejidad de su existencia milenaria.

Redonda y llena de misterios casi alucinantes e hipnóticos, de ráfagas maléficas y benévolas, tan en contra de sí. Despertando sentimientos escondidos desafiantes dentro de mi ahogada alma inquieta, pero traviesa y austera. Me asfixio con turbaciones de recuerdos pasados en vértices revueltos de querencias no obtenidas y es que la magia traída por los destellos luneros me deja pensándola profundamente cada día.

*Publicado en la revista digital mexicana Ibídem Volumen V. Pueden visitar la edición de la revista aquí

©2019

Desolación

La próxima entrada es un escrito que salió seleccionado para publicarse en la revista digital Ibídem Volumen III de México. Estoy muy feliz por la distinción, espero que les guste. Fue inspirado en la muerte de mi abuela.

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Por: Jac Andino

              Por más que trate de quitarme el olor a muerte éste vaga conmigo. Me he bañado  múltiples veces, restregado incansablemente el cuerpo hasta despedazar los confines de mi piel. Pero ese distintivo perfume a putrefacción sigue presente, latente en mi olfato como un perfume mañanero y duradero. El mismo se impregna malicioso con tal desdén que no me quiere abandonar sin importar las veces que pase el jabón a miel, de jazmines o de olores peculiares y químicos por mis cavidades y cueros. Él muy desdichado está aquí muy vivo.

            ¿Por qué el maldito no se va? ¿Por qué no se quiere ir de mí? Es como si fuera una penitencia a su partida, a la ida al más allá de un ser amado, mas no cualquiera… esa «otra mitad» de tu alma. El dolor es irremplazable. El vacío de su compañía en inaguantable. Sucumbo horas enteras a la desesperación total del dolor mortuorio de los malditos recuerdos. Sin embargo, trato, infructuosamente, de subsanar la ausencia prolongada con pensamientos de los momentos felices que tuvimos. Pero esta peste ingrata se arrastra como sanguijuela por la alcoba, mis ropas y recuerdos para alojarse a través de mi pesado llanto sin ver un detente a esta triste desolación diaria que carcome lo que queda de mi pobre y moribunda ánima, que espera impaciente la hora del eterno descanso.

©2018

Pueden visitar la edición de la revista aquí

Horizonte

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Por: Jac Andino

Quizás haya algo más detrás del horizonte baldío

de las palabras, de las miradas, de las sonrisas

y gestos.

Tal vez haya algo más que la simple querencia

de evocar las cosas del pasado, de los recuerdos,

la memoria perdida de los sentimientos puros y

emociones saltarinas.

A lo mejor haya algo más en la adrenalina de

los días y las noches, en la melodía de los animales,

en la virtud febril de una vida derrochada entre

excusas y vanidades.

Quizás… Tal vez… A lo mejor…

©2018

Marejada

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             Por: Jac Andino

            Sentí el mar bañarme el alma. Me zambullí como si no hubiera un mañana. Quizás pensaba en que no lo habría, que este sería mi último día en la tierra. Por fin tenía las agallas de marcharme sin remordimientos ni pesares. Estaba decidida a no dejarme devorar más por el agujero negro que sentía dentro del pecho. Experimenté, después de mucho, la libertad de mis sufrimientos. 

            Me fui dejando llevar por el vaivén de las olas, las cuales rompían en contra de mi cuerpo desnudo. Ese movimiento brusco apaciguaba el dolor nefasto que carcomía mis adentros. El agua limpiaba todo de mí. Se llevaba lo más puro hasta lo más endemoniado. Era como bautizarme de nuevo hacia un destino elegible, pues me convertí en la dueña de mis decisiones. 

            La marejada iba en creciente hasta el punto que no sentía más el aire en los pulmones. Fue entonces en que comencé a saborear la sal del agua y a dejar que la misma corriera por mis venas. Mi cuerpo se transformó en espuma cálida que brotaba de las costas del Mar Caribe y ya no sentí ninguna dolencia.

*Publicado en la Antología “Testigos del Mar”  de Letras con Arte (España).

©2018

Creí

Por: Jac Andino

Creí como alguien que ama con todo el corazón.

Creí a sabiendas que al final me dolería, la impotencia de conocer lo inevitable, de querer lo inaceptable.

Creí en todos a pesar que esos todos me traicionarían y yo lo sabía desde el comienzo, pero aun así creí.

Me desalmé para regalar mi alma y al final no obtuve nada. Y es que la han destrozado a mordiscos. Se han saciado con ella y solo me queda la desesperanza de ser tan ingenua.

©2018